viernes, 30 de enero de 2015

Ocurría el año de 2001, sobre la avenida Félix Cuevas en la Ciudad de México. La sucursal de una extinta cadena de libreras "Cristal" me daba la bien venida a ingresar. Era octubre las lunas se distinguen por ser las mas hermosas del año, aunque también es la ante sala a la época del año mas contradictoria, la navidad y fiestas de fin de año.
Es difícil entrar a una librería; perderse entre los muebles y, sobre todo, entre el mar de títulos, autores, editoriales, y mas aún cuando no se tiene una idea de lo que se está buscando. Esa es la parte mas hermosa de la cacería; si bien la elección de adquirir algún objeto es determinada por el valor ,más allá del adquisitivo, el valor personal que se espera de dicho objeto no se consolida en los minutos inmediatos. Sin embargo ocurre, pareciera que de entre todos los formatos, texturas, colores y nombres hay uno que sobre sale a la mirada. Así fue como Charles Baudelaire me descubrió a mí.
El libro era pequeño aproximadamente de unos 5 centímetros por otros 10. En la portada la silueta de un dandy francés con sombrero de copa sobre un fondo negro en la portada. He de admitir que las páginas legales del libro y hasta los titulares fueron saltados, pero dentro un fragmento hizo que todo comenzara a tener sentido: Yo afirmo:la única y suprema voluptuosidad del amor yace en la certeza de hacer el mal. - Y desde su nacimiento, el hombre y la mujer saben que toda voluptuosidad está en el mal. Charles Baudelaire.
El poeta francés había abierto una puerta a mis agotados sentidos, si bien el hombre es poco responsable para admitir los efectos de sus acciones en lo general. Lo poco que hace mas llevadera la efímera existencia del hombre es el amor. A lo conocido, a lo desconocido, a lo tangible o a lo inventado. Pero el amor es un catalizador del mal; las relaciones mas trascendentales de la historia, personal, se dan por el dolor y el mal que logramos ejercer sobre la otra parte o sobre el mal y el dolor que se nos fue infligido. La voluptuosidad, palabra castigada por el común de la edad madura y adorada por la juventud, por su referencia directa al placer desmedido  es el ejercicio constante de la sobre vivencia de todos y cada uno de los humanos que se aferran a ver la siguiente mañana.
Es interesante comprobar la relación directa que existe entre el amor y el dolor, y quién no haya probado la dulce miel de lastimar a alguien o lamentarse que el pleno amor es una herida que cierra con la muerte, tal vez no ha sentido lo suficiente.